sábado, 24 de noviembre de 2007

Psicoactivos



Psicoactivos


Las plantas han sido la base de la mayoría de los tratamientos. La farmacopea (el conjunto de medicamentos) de los mesopotámicos se ocupaba ya de cerca de 250 especies de plantas.

En el Renacimiento, llegan los vegetales de origen tropical. El aislamiento de los principios activos de las plantas o de las sustancias de origen vegetal no se produce hasta principios del siglo XIX, gracias a los progresos de la química.

Las sustancias de origen animal son menos frecuentes pero igualmente antiguas. Ya se utilizaba el veneno de algunas especies. Habrá que esperar al siglo XIX para que la ciencia se apoye en bases racionales de investigación, sobre todo, en el campo de las hormonas.

Las sustancias de origen mineral se han empleado siempre con fines terapéuticos. Los antiguos Egipcios utilizaban el carbonato de calcio para tratar la acidez del tubo digestivo, y los romanos usaban la herrumbre de hierro para controlar las hemorragias.

En la actualidad, algunos minerales se utilizan, por ejemplo, en tratamientos por carencia de oligoelementos (hierro, cobre, manganeso, yodo, calcio, magnesio, etc...) o en el tratamiento de las psicosis maniaco depresivas (litio).


CONSUMO


Los medicamentos psicoactivos se presentan generalmente en cápsulas de distintos colores. Se absorben sin dificultad por vía oral.Los heroinómanos suelen consumirlo en gran cantidad: se inyectan estas dos drogas para conseguir una sensación de euforia.


EFECTOS


Efectos y peligros


Pérdida de memoria, reducción de la vigilancia y disminución de los reflejos son los principales efectos de los somníferos y tranquilizantes, que pertenecen a la familia de las benzodiazepinas.

Mezclar medicamentos con otras sustancias psicoactivas tiene sus riesgos, aún se desconocen médicamente algunas de sus interacciones. La mezcla con el alcohol puede ser un cóctel temible y mortal.

Los efectos de un medicamento psicoactivo difieren según su categoría;

Son cuatro:

Los tranquilizantes o ansiolíticos


Estos productos disminuyen la angustia. Reducen las manifestaciones de ansiedad (insomnio, hiper vigilancia, tensión muscular). No se prescriben para una enfermedad precisa sino para responder a un estado de ansiedad. No todo estado de ansiedad necesita sistemáticamente una prescripción médica. Los tranquilizantes más recetados, en particular, si lo son por largos períodos de tiempo, pertenecen a la familia de las benzodiazepinas, conocidas por la dependencia física y psíquica que entrañan. Los tranquilizantes son utilizados, a veces, por toxicómanos, con dosis masivas o junto a otras sustancias.



Las benzodiazepinas



Ansiolíticos o hipnóticos, se recetan para aliviar las manifestaciones de angustia o de ansiedad.

Pueden provocar :

pérdida de memoria de hechos recientes
reducción de la vigilancia
somnolencia
disminución de reflejos

Estas alteraciones pueden ser peligrosas a la hora de conducir un vehículo o de utilizar una máquina.
El consumo de alcohol durante un tratamiento es nocivo, aumenta el efecto sedante de estas sustancias.
La mezcla de benzodiazepinas con Subutex o metadona presenta riesgos de depresión respiratoria, pudiendo provocar la muerte.



Los somníferos o hipnóticos


Se utilizan para provocar y/o mantener el sueño. Por lo tanto, pueden disminuir la vigilancia cuando se está despierto. Los somníferos más prescritos, sobre todo para períodos largos de tiempo, pertenecen a la familia de las benzodiazepinas.





Los neurolépticos




Prescritos para tratar algunas enfermedades mentales, los neurolépticos apaciguan al paciente. Se utilizan en psiquiatría para el tratamiento de las psicosis. En el tratamiento de estas enfermedades, generalmente largas, la asunción psicológica y social del paciente es tan importante como el tratamiento. La interrupción del tratamiento es desaconsejable.


Los antidepresivos


Prescritos en los tratamientos contra la depresión, estos fármacos luchan contra las manifestaciones de esta enfermedad :
sensación de cansancio o pérdida de energía inexplicables
tristeza,
cerrazón en sí mismo,
disminución de la capacidad de pensar y concentrarse,
desórdenes del sueño...


Los antidepresivos pueden provocar efectos negativos:
pérdida de vigilancia,
somnolencia,
excitación.


Estas sustancias deben utilizarse sólo en las depresiones diagnosticadas por el médico y no pueden prescribirse para dificultades pasajeras.



DEPENDENCIAS


Aunque algunos medicamentos psicoactivos no implican dependencia física, sí que pueden producir, según la sustancia de la que hablemos, dependencia psíquica.
Los benzodiazepinas provocan dependencia física y psíquica.

Muchos medicamentos psicoactivos se utilizan de forma desvirtuada o se aumenta la dosis al margen de la prescripción médica, en este caso se habla de toxicomanía medicamentosa.
Estos medicamentos son numerosos: psicotrópicos, opiáceos, barbitúricos, anfetaminas, benzodiazepinas. También se utilizan analgésicos, anorexígenos, estimulantes, antitusígenos, analgésicos y laxantes.


Existen tres tipos de toxicomanía medicamentosa

Los benzodiazepinas producen dependencia física y psíquica, dependiendo de la duración del tratamiento y de la dosis administrada.
La dependencia física y psíquica se traduce, si se deja el tratamiento de repente, en un fenómeno de privación cuyos principales síntomas son: insomnio, dolores musculares, ansiedad, irritabilidad y agitación. La reducción progresiva del medicamento permite evitar estos desórdenes.

Los neurolépticos no provocan dependencia.

Los antidepresivos no causan dependencia física. Sin embargo, la disminución de la posología debe de hacerse de forma progresiva para evitar ciertos síntomas, como náuseas o sensaciones de vértigo, que se producen al dejar de tomarlos de manera drástica.


CONSUMIDORES


Dentro de la población adulta, en los últimos diez años, los índices de consumo continúan relativamente estables en ansiolíticos e hipnóticos. En cambio, aumenta la tendencia en el consumo de antidepresivos.

El consumo reciente de psicotrópicos afecta a un 14% de la población masculina y a un 25% de la femenina. Se observa un consumo regular exclusivamente de somníferos y tranquilizantes en un 9% de adultos.
El consumo de estos medicamentos, comparándolo con otras sustancias psicoactivas, es más frecuente en las mujeres que en los hombres. En ambos sexos, su uso aumenta con la edad.

Durante los años noventa, el número de jóvenes que tomaban estos productos al margen de las recetas médicas iba en aumento, sobre todo los varones.
Sin embargo, los índices de consumo son más elevados en las mujeres: con 17 años, un 29% de las chicas los han tomado ya (11% de chicos) y un 13% de las mujeres en esta edad los han consumido en el último mes (4% de los hombres).

Normalmente, la ingestión de estos productos se realiza siguiendo una prescripción médica. Más del 15% de la población general, y también de los jóvenes, se automedica por consejo de la farmacia familiar. El mal uso (“para drogarse”) es muy poco frecuente: un 0,7% de los adultos lo han hecho alguna vez (un tercio de entre ellos, con ansiolíticos, un tercio con hipnóticos, un 13% con antidepresivos, un 12% con codeína y un 6% con un neuroléptico) y un 0,1% lo han hecho a lo largo del año.
No obstante, algunos observadores han informado sobre el uso de ciertos medicamentos por usuarios problemáticos de drogas.

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